“No sabía que estaba tan en guerra conmigo hasta que vi mi relación con el dinero.”
Llegué al Santuario pensando que necesitaba ayuda para organizar mis finanzas, pero lo que encontré fue mucho más profundo. Aprendí a escucharme, a no castigarme por cada gasto, a ver mi historia con compasión.
Hoy ya no huyo del Excel, pero tampoco me mido en números: me mido en paz.
Por primera vez en mi vida, mi cuenta bancaria y mi cuerpo están alineados. Y eso no tiene precio.- Mariana, 39 años