¡Levante la mano quién tienen hijos!
¿De qué edades son tus hijos?
Seguramente has visto que desde los 3 años, más o menos, los niños pueden identificar las monedas y que entienden perfecto que el dinero se usa para comprar. Aunque no tengan muy claro el valor del mismo. Saben que lo pueden intercambiar para obtener algo que quieren. Pero les apuesto que, como a ustedes nadie les enseñó a manejar el dinero y aprendieron empíricamente, tampoco le están enseñando a sus hijos como hacerlo.
¿De qué edades son tus hijos?
Seguramente has visto que desde los 3 años, más o menos, los niños pueden identificar las monedas y que entienden perfecto que el dinero se usa para comprar. Aunque no tengan muy claro el valor del mismo. Saben que lo pueden intercambiar para obtener algo que quieren. Pero les apuesto que, como a ustedes nadie les enseñó a manejar el dinero y aprendieron empíricamente, tampoco le están enseñando a sus hijos como hacerlo.
¿Sabían que los niños desde muy temprana edad aprenden a que pueden postergar la gratificación?
Les enseñamos que si se portan bien seguro en la navidad tendrán el regalo que tanto quieren y los niños pueden aguantar más o menos un mes esperando esa gratificación. Desde chiquititos los enseñamos a que si comen hay un premio, si levantan sus cosas les damos un dulce y los educamos a que hagan cosas a cambio de un recompensa que a veces es inmediata, pero, otras tantas, no lo es.
Lo malo es que no aplicamos las mismas enseñanzas con respecto al dinero. Simplemente se los damos y ellos, lo que aprenden, es que el dinero crece en los árboles o si lo ponemos un poco más actualizado, el dinero sale de una maquinita.
Tú le picas y especificas cuánto dinero quieres que te dé y te lo da. Sin enseñarles que, atrás del maravilloso sistema de cajeros automáticos, hay trabajo que tienen que hacer mamá y papá y que ese dinero que sale de ahí es porque ellos, con su trabajo, lo pusieron antes para que estuviera disponible.
Lo malo es que no aplicamos las mismas enseñanzas con respecto al dinero. Simplemente se los damos y ellos, lo que aprenden, es que el dinero crece en los árboles o si lo ponemos un poco más actualizado, el dinero sale de una maquinita.
Tú le picas y especificas cuánto dinero quieres que te dé y te lo da. Sin enseñarles que, atrás del maravilloso sistema de cajeros automáticos, hay trabajo que tienen que hacer mamá y papá y que ese dinero que sale de ahí es porque ellos, con su trabajo, lo pusieron antes para que estuviera disponible.
Como les decía antes, postergar la gratificación es la semilla que tiene que germinar para que las personas aprendamos a ahorrar, luego aprendamos a invertir y con ello alcanzar nuestras metas financieras y de vida. Ya sea comprar algo, o nuestra tranquilidad y seguridad financiera en momentos de emergencias o de vejez.
Pero vuelvo a lo mismo, a nosotros nadie nos enseñó eso. Lo que no se vale es darnos cuenta y no trasmitirlo a nuestros hijos.
¿Levante la mano quien sufre con el pago de deudas? O ¿quién aplica el tarjetazo cuando tiene que salir corriendo al hospital porque hubo un accidente?
Si nos hubieran enseñado, como ahora tú puedes enseñar a tus hijos, tendríamos un fondo de emergencias para esos momentos. Y que si no lo ocupas puedes eventualmente hacerlo tan grande como para dejarles una buena herencia a tus hijos.
Esto del ahorro y el orden financiero es un hábito. Dime que no te la pasas repitiéndoles a tus pequeños que se laven los dientes a ciertas horas. Les preparas comida sana, los ayudas a adquirir el hábito de la lectura o del ejercicio. Pero no del dinero,
¡¡¡¡¿¿¿Por!?!?!?!?!
¡¡¡¡¿¿¿Por!?!?!?!?!
Desarrollar un hábito requiere de miles de repeticiones para que se te quede, por eso, ¡qué mejor que empezar joven!
Imagina que ayudas a tu hija a crear el hábito del ahorro. ¿No sería padre que a los 18 años pudiera pagarse el viaje de sus sueños con sus amigas? ¿O que para los 25 pueda comprar su propio departamento y comenzar sin deudas su vida de adulto?
Imagínate que le enseñas a ser económicamente independiente siempre y así no atenerse a aguantar situaciones dolorosas solo porque no tendría de qué vivir.
A veces queremos resolverle la vida a nuestros hijos y pienso que no hay mejor manera de resolvérsela que ayudándoles a usar bien e inteligentemente su dinero.
Comienza en pequeño, como tus hijos, pequeños.
Una buena edad para comenzar es alrededor de los 5 años. Primero tienes que darles tú el dinero. Deberá ser un “domingo”.
Ayudarles a usar una parte en sus gustos y siempre reteniendo una pequeña parte; más o menos el 20%, para llenar una alcancía. Todo, absolutamente todo dinero que reciban deberá dividirse así. Aunque sea regalo de cumpleaños o dinero que le dieron los abuelos. Cada peso que reciba tienes una oportunidad para enseñarle a cuidarlo.
Ayudarles a usar una parte en sus gustos y siempre reteniendo una pequeña parte; más o menos el 20%, para llenar una alcancía. Todo, absolutamente todo dinero que reciban deberá dividirse así. Aunque sea regalo de cumpleaños o dinero que le dieron los abuelos. Cada peso que reciba tienes una oportunidad para enseñarle a cuidarlo.
La constancia es la clave para crear el hábito. Todos los domingos deberá ser igual.
Por otro lado, el proceso de ayudarles a gastar su remanente resulta padrísimo. Verlos y ayudarles a tomar decisiones. Al principio sobre dulces, luego sobre otras cosas mayores.
Por otro lado, el proceso de ayudarles a gastar su remanente resulta padrísimo. Verlos y ayudarles a tomar decisiones. Al principio sobre dulces, luego sobre otras cosas mayores.
Una vez que llenen su alcancía rómpanla. De nuevo separen la mitad para gastar en algo grande como un balón, una muñeca, un videojuego. Algo que hayan deseado por un tiempo y la otra mitad, llévenla al banco.
Hay muchos productos bancarios para niños, les dan su tarjeta de débito y todo. Pueden comenzar a sacar su dinero del cajero automático también. Algunos de estos productos financieros tienen algo así como dos bolsitas. Una que es de “inversión” en la que el dinero no está disponible y otra en la que tienen dinero disponible para retirar.
Repito, la constancia es lo que hará que el hábito del ahorro, y ahora de la inversión, crezca en ellos. Hay que seguirles ayudando con entender que el banco les paga dinero por dejar su dinero guardado. Es como si sus pesos trabajaran cosechando otros pesos. Con lo que hacen crecer su dinero, prácticamente sin esfuerzo.
El único esfuerzo es postergar la gratificación de gastar todo ese dinero inmediatamente.
Yo les puedo asesorar en encontrar productos financieros a su medida.
Una vez que entran a la adolescencia y comienzan a ser un poco más independientes, requerirán de mejores elementos para usar su dinero.
Será bueno enseñarles que deben traer efectivo siempre en caso de una emergencia.
Además poder contar con un fondo, con una cantidad que hayan decidido en familia, en su tarjeta de débito.
Deben saber cuánto es lo que pueden gastar al mes con sus amigos y en sus cosas.
Además de siempre seguir ahorrando.
Yo no recomiendo para nada darles tarjeta de crédito sino hasta que son mayores de 18 años. Una vez que pasaste los últimos 13 años, desde los 5, enseñándoles el valor del dinero, su utilidad y las recompensas que vienen de saber usarlo bien. A los 18 años ya pueden entender perfectamente conceptos financieros como las tasas de interés y el sano manejo de un crédito. Todavía ahí podemos seguirlos enseñando y acompañando para que puedan tal vez, ellos mismos, comprarse un coche, por poner un ejemplo.
Una vez que son mayores de edad ya podrán tomar decisiones importantes sobre su dinero y cómo generar más dinero con su dinero.
Es primordial empezar hoy. No importa si ya tiene casi 18 años tu pequeño. Nunca es tarde para aprender.
¡Te ayudo! Hablar de dinero es algo muy personal y requiere de mucha confianza. Te ofrezco mi corazón y mis oídos para transformar la educación financiera en un modo de vida más feliz y divertido.
Porque, a fin de cuentas, para qué es el dinero si no para gastarlo. Solo hagámoslo inteligentemente.
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Porque, a fin de cuentas, para qué es el dinero si no para gastarlo. Solo hagámoslo inteligentemente.
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